ACEPTOLOGIA (Gerardo Schmedling) – Capítulo 5-Parte 1ª :Independencia interior
5.1 Evitando la manipulación
Para conseguir la independencia interior necesitamos tomar las riendas de nuestra vida sin depender internamente de ninguna cosa, sin sentirnos manipulados por el medio. No debemos identificarnos con nada de lo que pase, independientemente de que sea extraordinario o de que nos parezca caótico.
La manipulación es una condición mental que está presente en la vida de todos los seres humanos, a menos que ya hayan logrado un estado de independencia espiritual. En muchas ocasiones, ante una situación externa, nos sentimos obligados o presionados para hacer o decir algo en contra de nuestras convicciones, creencias o deseos. Entonces nos justificamos diciendo: «Fui obligado por las circunstancias», y culpamos a los demás de nuestras propias decisiones.
La manipulación es una condición mental que consiste en culpar a los demás por decisiones que, en realidad, tomamos nosotros.
A lo largo de la vida se pueden dar muchas situaciones que actúan poderosamente sobre el sistema de creencias de cada persona, generando estados de miedo, angustia y sufrimiento, y produciendo la dependencia de bienes de consumo, o bien llevando a la persona a tomar decisiones desde los sentimientos, aun en contra de sus propias convicciones.
Las creencias, los sentimientos y el miedo son las herramientas de la manipulación.
Los principales agentes de la manipulación se pueden clasificar en las siguientes cinco categorías:
1. Amenazas de personas. La parte más vulnerable de quienes aún no han logrado asumir totalmente su propia vida son los sentimientos. Por esa razón, muchas personas permiten que sus decisiones sean manejadas por los mensajes más o menos
amenazantes que provienen de sus seres queridos o de sus jefes, compañeros de trabajo, empleados o vecinos. Son mensajes como: «Si sigues así me vas a matar»; «Yo sufro mucho cuando…»; «Tú tienes la culpa de…», etc.
Los demás nos amenazan, pero las decisiones las tomamos nosotros.
2. Agresiones de personas o animales. Ante la agresión, la mayoría de las personas reaccionan, bien con violencia, o bien tratando de huir; y culpan a su agresor, sea una persona o una situación, por los resultados que ellos mismos obtienen con su
conducta de defensa o huida.
Ante la agresión, nuestra ignorancia nos lleva a culpar a los demás de nuestro propio miedo.
3. Propaganda comercial. La publicidad contiene mensajes diseñados específicamente para manipular el sistema de creencias o los miedos de las personas, con el fin de que
consuman ciertos productos o servicios.
4. Normas culturales y leyes. El cumplimiento de las leyes, los principios morales, los tabúes, etc. son una forma de cumplir acuerdos establecidos. Algunos atávicos y otros de reciente cuño, pero todos estos códigos son parte de la vida en sociedad y de la civilización en un sentido amplio y positivo. Algunos de estos aspectos nos definen como especie. Sin embargo, algunos son limitantes pues la mayoría de las personas se sienten obligadas a obedecer las tradiciones culturales, los principios morales y las normas legales porque tienen miedo al castigo, a la crítica o al rechazo, y porque sus mentes están limitadas por los conceptos de bien y mal.
Mientras tengamos conceptos falsos asociados al bien y al mal, mantendremos también un conflicto interno constante entre ellos que no nos permitirá tener paz. Es la lucha del ego, en cuyo sistema de creencias sí existen el bien y el mal.
Sentirse obligado a obedecer se debe a la incapacidad de asumir las propias decisiones.
5. Noticias de los medios de comunicación. Aproximadamente el 90% de las noticias que se difunden por los medios de comunicación están llenas de violencia, desastres y mensajes que crean expectativas desagradables. Nos llevan a suponer que a cualquiera y en cualquier momento puede sucederle algo similar, lo que hace que nos llenemos de angustia y miedo y nos sintamos obligados a asumir toda clase de costosas “medidas de seguridad”.
La ignorancia nos lleva a creer que puede sucedernos lo que les corresponde a otros.
Somos manipulables en razón directa de nuestra debilidad sentimental, originada en el propio sistema de creencias y en nuestros profundos miedos a perder lo que estamos utilizando o a las personas con las que compartimos nuestra experiencia de vida.
La sabiduría frente al medio externo consiste en neutralizar su influencia, es decir, en no permitir que los mensajes externos, de ninguna naturaleza, manejen nuestras propias decisiones o estados interiores.
Agredimos o huimos cuando tenemos miedo.
Neutralizamos o delimitamos cuando tenemos paz.
Para liberarnos totalmente de la manipulación del medio necesitamos comprender que nadie puede obligarnos a decidir, porque todas las decisiones son siempre tomadas libremente, ya sea para aprovechar el diseño del propio destino, para respetar la experiencia de los demás, o para adaptarnos al medio dentro del cual nos corresponde vivir.
Jamás debemos sentirnos obligados ante nada ni nadie porque somos los dueños de nuestras propias decisiones.
La afirmación «Yo decido» es una forma de reprogramar la mente para ser totalmente libres, para alcanzar la independencia espiritual y dejar de ser manipulables. Al hacernos conscientes de nuestra libertad para tomar decisiones trascendemos una cantidad gigantesca de limitaciones mentales, nos liberamos totalmente y empezamos a tener una vida de mucha mayor satisfacción. Comenzamos, en definitiva, a vivir
con sabiduría. Por ello se recomienda repetirla muchas veces: «Yo decido».
1- Yo decido amar y respetar a todos los seres vivos, reconociendo la perfección que cada uno manifiesta.
2- Yo decido aceptar todos los sucesos de la vida y la función que a cada quien le corresponde cumplir.
3– Yo decido asumir las experiencias y sucesos de mi vida
como necesarios para mi comprensión de amor.
4- Yo decido actuar con serenidad frente a toda situación de la vida, comprendiendo que la paz es la herramienta del amor.
5– Yo decido agradecer todo lo que aprendo de las dificultades que la vida me presenta.
6- Yo decido valorar y disfrutar de todo lo que tengo, comprendiendo que es perfecto para mí.
7- Yo decido adaptarme al medio que yo mismo escogí, para lograr en él una vida llena de satisfacción.
8-Yo decido respetar totalmente la experiencia de los demás y ganarme la confianza de las personas.
9- Yo decido aprovechar sabiamente el destino que yo mismo diseñé y toda oportunidad que la vida me presente.
10- Yo decido flexibilizar mi mente para acelerar mi crecimiento espiritual.
11- Yo decido ceder y permitirme experimentar otros puntos de vista, para así acabar con mi ego y mis limitaciones.
12- Yo decido emparejarme con los demás para poder servirles y llevarles con mi apoyo un mensaje de amor.
Si interiorizamos estas oraciones nos sentiremos completamente libres y felices, al comprender que somos nosotros quienes decidimos hacer o no algo ante una determinada situación, y porque entendemos que todo forma parte del destino que cada uno diseñó para apoyar su propio desarrollo espiritual.
Para alcanzar el estado de independencia espiritual, en el que nuestra paz, armonía y decisiones sólo dependen de nosotros, necesitamos reconocer que nadie nos puede obligar, ni decidir por nosotros, por lo que no podemos culpar a los demás de decisiones que son sólo nuestras. Sólo al dejar de culpabilizar comenzaremos a evolucionar espiritualmente.
Debemos comprender que la amenaza o presión que alguien ejerza sobre nosotros, y nuestra conducta, elegida libremente, son dos aspectos totalmente independientes. Culpar a los demás del resultado de las propias elecciones es el primer síntoma de que no se asume la vida, es decir, de que se es un esclavo del entorno. Implica la incapacidad para ser uno mismo y para encontrar el propio valor. En cuanto a la persona que amenaza, el problema es suyo; es su experiencia. Ante una amenaza
directa, como un insulto, o tener que pagar un impuesto, podemos hacer una evaluación de lo que ganamos en lugar de considerar sólo lo que perdemos.
Las imposiciones implican que las personas pierden su capacidad de decisión, se vuelven incapaces. Toda norma es una amenaza, por lo que es necesario llegar a acuerdos. Tales acuerdos se sustentan en compromisos, y éstos a su vez en beneficios, que sustituyen a la amenaza. Por ejemplo, una amenaza sería: «Si no haces esto, te quito esto otro»; mientras que el beneficio es: «Si decides hacer esto, obtienes
esto otro, y si decides no hacerlo, no lo obtienes». Para que no sea una imposición hay que hablarlo con la persona, construir acuerdos.
Continua….
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