ACEPTOLOGIA (Gerardo Schmedling) – Capítulo 3-EL Origen de los comportamientos humanos
Los comportamientos del ser humano se originan en tres archivos internos
diferentes que podemos aprender a reconocer y manejar conscientemente. Los comportamientos se pueden clasificar de la siguiente manera:
1. Comportamiento natural (supervivencia y selección). Se le llama inocente, porque está basado en las funciones del instinto; éstas se expresan a través de la selección de las mejores cualidades y la compatibilidad genética para la procreación, y su propósito
fundamental es mantener la vida. En el campo de las relaciones, este comportamiento resulta básicamente insensible a las necesidades de los demás: el individuo se preocupa únicamente por sí mismo, de modo que lo interpretamos como egoísta. Es, por tanto, un comportamiento puramente instintivo, que tiene que ver con la supervivencia, y es inconsciente, automático y exento de sentimientos.
2. Comportamiento aprendido (condición cultural e intelectiva). Se le llama ignorante, porque está basado en traumas limitantes, adquiridos mediante experiencias no comprendidas, y en toda clase de conocimientos aprendidos y aún no verificados que el intelecto experimenta a través del análisis, la investigación, la conclusión y la obtención de resultados que pueda verificar como comprensión. Su propósito fundamental es experimentar la vida. El comportamiento aprendido dificulta las relaciones debido a su característica interpretativa, que lleva a las suposiciones y creencias conceptuales; esto conduce al individuo a desarrollar una cierta susceptibilidad asociada al sentimiento.
3. Comportamiento correspondiente (nivel de consciencia). Se le llama consciente, porque está basado en la comprensión de los diferentes aspectos de la vida y sus niveles de evolución, así como en el reconocimiento de las Leyes que rigen el Universo y la vida. Su función principal es la expresión del amor, a través de la cual se trascienden las limitaciones originadas en los otros dos archivos. Su propósito fundamental es comprender la vida. Las relaciones sustentadas en el comportamiento correspondiente fluyen sin ningún inconveniente y alcanzan maravillosos niveles de satisfacción humana y social, puesto que aquél permite el desarrollo total de la aceptación.
De lo anterior se puede concluir que si no transcendemos las características transitorias del instinto y de la personalidad, difícilmente lograremos construir relaciones de amor.
Además:
1. El comportamiento instintivo (característica animal) domina a la persona cuando aún no se ha desarrollado en ella otro archivo o centro superior que pueda orientar un nuevo comportamiento. Al entrar en funcionamiento el archivo de personalidad o centro de aprendizaje, el instinto debería reducirse a su función básica permanente, esto es, generar y mantener la vida; pero no sucede así, porque lo aprendido no es capaz de comprender la Ley básica de la Naturaleza, de modo que introduce conceptos acerca de cómo mantener la vida dentro de su esquema de comportamiento aprendido.
2. Cuando los centros inferiores (instinto y personalidad) se convierten en los “jefes” del comportamiento, la vida se vuelve un permanente conflicto interno que se manifiesta en la desarmonía en las relaciones.
Éste será siempre el resultado de la agresión, la defensa y la conceptualización. El comportamiento aprendido (conceptual) y su resultado de insatisfacción y sufrimiento es inevitable mientras que no entre en funcionamiento, aunque sea parcialmente, el archivo del centro superior de la comprensión (consciencia). Cuando esto sucede,
el centro del aprendizaje se reduce a su función básica: experimentar la vida y obtener resultados verificados para nutrir el desarrollo de la consciencia.
3. Un comportamiento correspondiente con la Ley y la armonía tiene como centro rector el archivo de comprensión (consciencia); éste no desconoce la importancia de los otros dos centros, en sus funciones básicas complementarias, para el desarrollo de la comprensión. Pero el comportamiento humano se origina en otros centros que no disponen de la información ni de las características necesarias para la expresión del amor. Por esta razón, mientras no se logre un comportamiento sustentado en el centro de comprensión, las personas no podrán encontrar felicidad en sus relaciones ni satisfacción en la vida. Y es que así como no se pueden expresar sentimientos a través del instinto, tampoco es posible expresar el amor a través de los conceptos y las
interpretaciones originadas en la ignorancia.
Si nuestro centro rector no es el archivo de comprensión, nunca podremos experimentar la felicidad. Mientras tenemos cuerpo, las características permanentes son constantes y necesitamos dirigirlas con sabiduría, desde la comprensión. Las características transitorias son necesarias en tanto en cuanto no hayamos desarrollado suficiente comprensión; después dejaremos de utilizarlas. Porque todo lo que no es perfecto es temporal, y lo único que es eterno es lo perfecto.
Los deseos físicos, que son normales y naturales, se convierten en “quieros” y frustraciones en el nivel mental, y en aceptación y obediencia a la Ley en la comprensión. Los seres humanos obedecemos la Ley de la Naturaleza en lo que respecta a mantener la vida, la Ley de la Armonía en las relaciones y la Ley de Amor en el respeto.
El instinto no es un archivo consciente, sino puramente automático; reacciona de manera instantánea ante cualquier estímulo externo, positivo o negativo; no es racional. En cambio, juzgar o condenar sí es racional, pero está asociado a creencias falsas. Esto es lo que conforma la personalidad, porque cada archivo tiene su equivalente en otro superior a él.
El pensamiento, desde la sabiduría, debe ser una herramienta voluntaria, no automática; por eso lo llamamos pensamiento voluntario, dirigido y sostenido, y de esta manera transforma el campo mental.
La repetición voluntaria de un procedimiento genera un hábito. El objetivo final de este proceso es desarrollar los hábitos de la paz, la convivencia, el respeto, la no-reacción… Pero eso será después de recorrer un proceso voluntario; si se deja “en automático”, el comportamiento seguirá siendo instintivo o aprendido & cultural.
En cuanto a los resultados, el instinto reacciona con dolor cuando el cuerpo se lesiona; tal es su defensa para el cuerpo. Por su parte, el campo mental reacciona con sufrimiento; ésa es la defensa del ego. Por último, en la comprensión no existe la posibilidad de sufrir, sino una decisión de gozar cada experiencia; eso es lo que mantiene la estructura de amor en nuestro interior.
Los sentimientos, igual que van de manera automática hacia el lado positivo, pueden ir al negativo, dependiendo de los eventos externos. Lo que no presenta oscilación alguna es la comprensión. Cuando alcanzamos a comprender que los sentimientos los dirigimos nosotros y no los determina lo que ocurre fuera, dejan de ser automáticos y se convierten en voluntarios.
En la línea de comprensión amor & paz & felicidad se encuentran el pensamiento y el comportamiento voluntarios. Se trata de que uno pueda, de forma voluntaria, tomar una decisión o generar un sentimiento o una emoción positiva “desde arriba”. En cambio, si sucede “desde abajo”, será automático y, por tanto, estará sujeto a dualidad.
El sentimiento está asociado a las creencias. Así, si las propias creencias llevan a pensar que algo es bueno, el sentimiento consiguiente será satisfactorio; pero si sucede lo contrario se generará un sentimiento negativo.
En definitiva, el sentimiento es una herramienta extraordinaria para el autoconocimiento. Ahora bien, al alcanzar el nivel de la comprensión ya no existe el sentimiento, solamente la decisión voluntaria de sabiduría.
Veremos a continuación en qué consiste el procedimiento para desechar las características del instinto y el aprendizaje que son transitorias, así como sus resultados. Se puede hacer mediante tres técnicas:
1. Información de sabiduría. Deberá ser información suficiente, eficiente y oportuna. Para que una persona esté dispuesta a recibir información nueva porque las mentes humanas son nuevas, pero la información de la cultura es antigua, de unos miles de años necesita alcanzar un estado denominado saturación de sufrimiento. Cuando la persona no quiere sufrir más, su mente se abre a una nueva información para superar ese sufrimiento.
2. Reprogramación mental. Una vez que la mente se llena de una información que el propio individuo verifica, la usará para llevar a cabo una reprogramación que modificará totalmente su estructura mental.
Esto es lo que se hace con el pensamiento voluntario, dirigido y sostenido, usando la información verificada. Observemos cómo nos hablamos a nosotros mismos, porque el verbo y el pensamiento reprograman el campo mental constantemente. Tratémonos con amor y, si cometemos un error, digámonos: «Estoy mejorando, la próxima vez lo haré mejor».
3. Desensibilización del sentimiento o del trauma. Permite a la persona quedar libre: cuando se logra recordar el trauma sin sufrimiento, está curado.
Todos poseemos algún nivel de comprensión. Potenciarlo para manejar nuestras relaciones desde el amor, la paz y la felicidad nos proporcionará relaciones de altísimo nivel de satisfacción.
El manejo del instinto se alcanza a través de la reprogramación mental, mientras que el del ego lo hace mediante de acuerdos dirigidos desde la comprensión, y con flexibilidad mental.
Como ya hemos dicho, los códigos del instinto son automáticos, no racionales; es decir, no tienen nada que ver con el campo mental. Una persona no toma la decisión de enamorarse, podrá decidir establecer una relación, pero enamorarse simplemente sucede. Entonces, desde el campo mental, la persona ha de decidir qué hacer con lo que ha sucedido según su instinto.
De manera consiguiente, las relaciones no se construyen desde el instinto; si así fuera no tendrían un fundamento permanente, sino temporal. El instinto no es capaz de mantener una relación más allá de tres años, y las personas deseamos construir relaciones de amor para que sean estables.
Por tanto, una relación de este tipo (permanente y estable) habrá de surgir necesariamente desde la comprensión del campo mental, desde una decisión consciente. Veamos el siguiente ejemplo: una persona establece un compromiso desde el campo de la comprensión; tal compromiso es válido para quienes lo han adquirido mediante acuerdo mutuo y, por tanto, tiene un valor y las personas que lo han adquirido están dispuestas a ser leales con él. La persona puede experimentar veinte enamoramientos al mismo tiempo, pero no les prestará atención; simplemente verá que es normal que sus emociones, de forma espontánea y natural, igual que se alteran vuelven al equilibrio y no sucede nada más. Es la comprensión la que decide no romper un compromiso a causa de una situación temporal generada por el instinto y la genética; si bien es cierto que tampoco puede negar que esa situación exista.
No es necesario cortar la experiencia, simplemente hay que dejar que pase sola. El ciclo del enamoramiento es temporal, y éste es uno de los problemas principales de la mayoría de las parejas, que piensan que van a estar enamoradas toda la vida. Eso no es cierto, proviene de las falsas creencias. Para toda la vida es el amor, ni siquiera la relación. Porque si una persona ha amado no puede dejar de amar jamás, independientemente de que la relación exista o no. Cuando uno dice que “se le acabó el amor”, no está diciendo la verdad; se le acabó el cariño, el sentimiento, pero no el amor, que es permanente.
Tampoco es cierto que se sufra por amor: solamente se sufre por el sentimiento, por la personalidad y el ego. Por eso cuando hablamos del amor nos referimos a algo que está más allá del concepto humano, que llega sólo hasta el nivel de la creencia; a partir de ahí es comprensión pura, no existe el concepto.
En definitiva, todas las relaciones serán sanas si las establecemos desde acuerdos claros. Podemos buscar complementar nuestras vidas de diferentes maneras, mediante distintos tipos de relaciones: de amistad, de integración, de socios, de hermandad, de pareja… pero siempre es necesario un acuerdo entre las partes.
Errores que dañan las relaciones
1- La agresión, que se origina por lo general en la característica del instinto de defensa.
2- Las creencias falsas, que se originan en la cultura aprendida.
3- Las suposiciones, que parten de la personalidad.
4- La espontaneidad, que parte también de la personalidad. Habitualmente, si algo no surge de manera espontánea la persona no lo valorará.
5- En general, todas las reacciones automáticas son destructivas para las relaciones, porque generan culpa, rencor, resentimiento, susceptibilidad, etc.
La solución para desmontar todo esto es renunciar a la agresión, a las suposiciones, a los automatismos, a la espontaneidad, al ego, a la culpa, al resentimiento y a la susceptibilidad. ¿Con qué nos quedamos, entonces? Con la comprensión.
Comportamientos que mejoran las relaciones
1- La capacidad de amar a los demás sirviéndoles, comprometiéndose con
ellos, estableciendo acuerdos claros y precisos.
2- Los comportamientos sustentados en las siete herramientas de amor proporcionan excelentes resultados:
1– Aceptar: renunciamos a enfrentarnos o a intentar cambiar a los demás y aceptamos que podemos ser felices, independientemente del comportamiento de las otras personas.
2- Actuar: renunciamos a agredir a los demás de pensamiento, palabra u obra.
3- Adaptarse: renunciamos a huir del lugar o de las situaciones que nos corresponde vivir.
4- Agradecer: renunciamos a sufrir ante las dificultades.
5- Asumir: renunciamos a culpar porque nadie tiene la culpa de la experiencia que necesitamos vivir.
6- Respetar: renunciamos a criticar, juzgar, condenar o castigar.
7- Valorar: renunciamos a quejarnos de lo que tenemos.
Con estas herramientas se construyen relaciones de amor, porque las siete renuncias debilitan el ego. En cualquier caso, el manejo de estas herramientas requiere de un entrenamiento constante. La propuesta que hacemos es llevar a cabo una reprogramación mental con estas herramientas y sus renuncias.
Desde los archivos de la comprensión podemos aprovechar las relaciones como una extraordinaria oportunidad para aprender a amar, ser felices y respetar las experiencias de todas las demás personas.
El proceso de la convivencia armónica y pacífica entre los seres humanos depende de que cada uno de nosotros adquiera la habilidad de respetar las diferencias en lugar de tratar de modificar a los demás. Nuestra capacidad de amar aparece cuando respetamos las limitaciones, cuando comprendemos que aprendemos de ellas, sin entrar en conflicto, solamente sabiendo conciliar y aceptarlas.
En el caso de una relación de pareja, al principio se ven muchas virtudes en la otra persona. Pero conviene observar cuáles son sus limitaciones, sus defectos, los errores que normalmente cometemos los seres humanos.
Entonces uno debe hacerse una pregunta muy sencilla: «¿Me siento capaz de manejar esta situación?». Si la respuesta es no, entonces no se debe establecer una relación de pareja con esa persona, porque supondrá un verdadero conflicto. Pero si la respuesta es sí, eso indicará una capacidad de aceptación, de conciliación y de respeto por las diferencias, y así sí pueden construirse relaciones. Si eso además es mutuo, entonces será extraordinario.
Gerardo Schmedling
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