MEDITACIONES PARA MUJERES QUE HACEN DEMASIADO-8 de ABRIL

 


AMISTAD
Ella se convirtió para mí en una isla de luz, en diversión, y en sabiduría a la que podía recurrir con mis descubrimientos, tormentos y esperanzas a cualquier hora del día y encontrar acogida.
MAY SARTON
A veces olvidamos a todos/as los/as amigos/as que hemos tenido en la vida. El pensamiento negativo de nuestra enfermedad tiende a focalizarse en lo que falta.
Pero tomemos el día de hoy para recordar a todos/as los/as amigos/as que han estado presentes alguna vez para nosotras.
Para mí, hubo una pequeña señora anciana con un jardín de hermosas flores que no dejaba que mis padres me diesen unos azotes cuando yo intentaba coger algunas flores y, sin querer, las arrancaba de raíz. «Ella sólo quería admirar su belleza», decía cuando mi madre me llevaba a disculparme. Y estaba el amigo que dio un paso adelante en la escuela para solidarizarse de una broma en la que sólo me habían pillado a mí. Hubo amigas/os que compartieron nuestros intentos de relación y nuestras exploraciones sexuales y que nunca dijeron nada a nadie. Hubo amigos/as con los /as que estudiamos, vivimos y crecimos, que estaban ahí para nosotras.
Hubo adultos que nos sirvieron de modelos y mentores y no nos juzgaron. Hubo amigos/as.
Recordar a los/as amigos/as que he tenido en mi vida acaricia mi mente y mi ser como un baño caliente acaricia mi cuerpo.

(Anne Wilson Schaef de su Libro Meditaciones para mujeres que hacen demasiado).

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