Los defectos de carácter no constituyen nuestra maldad sino
nuestras heridas
Los defectos de carácter no constituyen nuestra maldad sino nuestras heridas.
Esto no significa que no seamos responsables de ellos, sino que aceptarlos no
implica sentir vergüenza. Nacimos para ser las expresiones más perfectas de
Dios y enfrentar nuestras imperfecciones forma parte del proceso para llegar
ahí.
Los defectos de carácter con frecuencia tienen su origen en las heridas de
la infancia; ya no importa dónde los adquirimos, ahora son nuestros.
Conforme podamos admitirlos y dejarlos ir, empezamos el proceso de su
propia disolución.
No hay nada que Dios no pueda hacer, incluyendo sacarme de las profundidades de la
desesperación. Él puede ver y comprender cualquier dolor que yo sienta. Siempre que pueda
enseñarle mis heridas —sin importar lo fea que pueda ser su apariencia dentro de mí—, Él las
sanará, ya que su amor es así.
Marianne Williamson
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