ACEPTOLOGIA (Gerardo Schmedling) – Capítulo 4 : Asumiendo la vida con sabiduría

 


4.1 El Estado interior de independencia espiritual

Asumir totalmente la vida permite alcanzar lo que los Maestros llaman estado interior de independencia espiritual. Lograr este extraordinario estado interior conduce directamente a la paz invulnerable.
Se trata de un estado propio de los Maestros, e implica no depender de nada ni de nadie para estar en paz, ser feliz y tomar decisiones. Las personas que lo alcanzan únicamente dependen de su capacidad interior y
de su comprensión de la necesidad de respeto de lo exterior, y dejan de ser manipulables por los demás o por sus circunstancias.
El trabajo interior para el desarrollo de la capacidad de asumir nos proporciona la facultad de tomar las riendas de nuestra vida, desde el pasado hasta el futuro, sin depender en absoluto de ninguna persona,
situación o circunstancia externa para el mantenimiento de la paz interior, la armonía, la felicidad y la actitud del éxito ante el mundo de la materia.

Tomar las riendas de la vida es no depender de nada ni de nadie para vivir en paz y armonía.
La mente inocente del niño se contamina inevitablemente a través de su sistema de creencias, que contribuye a la formación de su personalidad
y se llena con información que le conduce al sufrimiento.
El niño y el adolescente difícilmente pueden liberarse de la esclavitud mental y de la dependencia del medio externo, puesto que para alcanzar
un estado interior de independencia espiritual es necesario haber desarrollado cierto nivel de comprensión de la vida, lo cual, generalmente,
no suele ocurrir antes de los dieciocho años.

Una persona adulta puede liberarse de su esclavitud mental en cuanto comprende que es la única dueña de sus decisiones.
Cuando alguien logra comprender que el único dueño de sus decisiones y de los sucesos de su vida es él mismo, entonces ya está listo para emprender el camino de la liberación y comenzar a entrenarse en
asumir la totalidad de sus decisiones frente a las distintas situaciones de la vida, así como en aceptar todo lo que le ocurre como la mejor oportunidad para alejarse definitivamente del sufrimiento y del miedo
originados en su sistema de creencias.
La esclavitud mental consiste en el resentimiento, el rencor o la culpa. Cuando alguien culpa a otro en realidad está agrediendo al objeto, persona o situación que supone culpable de su problema; de forma que al volverse agresivo se hace correspondiente con vivir en un mundo de violencia, y no puede quejarse, porque obtiene lo que él mismo ha provocado.
En cambio, si hacemos justo lo contrario nos hacemos correspondientes con vivir en un mundo de paz y de armonía, construido desde el interior. Si renunciamos a culpar y, por lo tanto, a agredir, nos convertimos en seres de paz y empezamos a ser nosotros mismos, es decir, a ser libres.
4.2 Hacernos conscientes y asumir
Asumir totalmente la vida significa hacerse consciente y asumir el resultado de las decisiones que se toman, desde el nacimiento hasta la muerte y la disolución de la personalidad. Para liberarnos de la esclavitud mental y alcanzar el estado de independencia espiritual necesitamos asumir los distintos aspectos que conforman la experiencia de cualquier ser humano. Se trata de olvidar los conceptos de culpabilidad e injusticia, y centrarse en un propósito perfecto de amor. El desarrollo de la libertad
interior se puede resumir en siete maneras de asumir:
1. Asumir la decisión del diseño del destino. Puedo afrontar situaciones difíciles, pero jamás negar la oportunidad que hay en ellas.
El diseño del destino es una maravillosa oportunidad de aprendizaje, pero reconocerlo necesita entrenamiento.
Independientemente de la dificultad con la que nos enfrentemos, el aprendizaje que se puede obtener siempre será que lo que ocurre en el exterior no afecte a nuestro interior, a nuestra paz, felicidad y capacidad de servicio.
2. Asumir la decisión de la elección del cuerpo. El cuerpo es un
diseño perfecto de Dios que tomamos prestado como un vehículo excelente para nuestra experiencia de evolución. Podemos quejarnos de nuestro cuerpo, pero no podemos dejar de reconocer que nos presta un excelente servicio para nuestra evolución.
3. Asumir la decisión de la correspondencia con los padres.
Podemos tener diferencias con nuestros padres, pero jamás dejar de valorar lo que recibimos de ellos. Los verdaderos padres son quienes apoyan a los niños para que puedan crecer y asumir su propia vida.
4. Asumir la decisión de la elección del lugar. El lugar que escogemos para nuestra experiencia de vida puede ser temporal o permanente, pero siempre será el mejor para el desarrollo de la experiencia evolutiva. Quien aprende a ser feliz lo será en cualquier parte, no importa dónde; mientras que quien no lo sabe
ser, en cualquier lugar estará amargado. 

5. Asumir la decisión de la elección de las situaciones.
Consiste en aprovechar el aprendizaje que las situaciones nos ofrecen para mantener la paz interior, independientemente de cualquier suceso. Debemos agradecer lo que aprendemos de cada dificultad. Podemos adaptarnos, ceder o pelear, pero nunca
perder nuestra capacidad de decidir libremente.
6. Asumir la decisión ante los eventos de la vida. No existe la posibilidad de que otro decida por nosotros, porque cada uno es quien toma la decisión de someterse o no a lo que los demás opinen. Podemos actuar y aceptar nuestros resultados, pero nunca dejar que nuestra paz dependa de otros.
7. Asumir la decisión de disolver la ignorancia de la
personalidad, transformándola en comprensión y sabiduría.
Para lograr esto es indispensable renunciar al sufrimiento ante los eventos de la vida y soltar todo apego sentimental con lo material y las personas. Esto significa que nos disponemos a valorar y a disfrutar de las cosas y personas que en cada momento forman parte de nuestra vida, sin dar importancia al tiempo que puedan durar con nosotros. Las creencias limitan, la comprensión libera. De los ignorantes aprendemos a reconocer nuestras limitaciones, mientras que de los Maestros aprendemos qué es la sabiduría.
En conclusión, tomar las riendas de la vida consiste en asumir totalmente las decisiones adoptadas, con plena consciencia de nuestra independencia mental respecto al mundo y a sus habitantes, y sin culpar absolutamente a nada ni a nadie por los resultados obtenidos.
Si actuamos de forma automática no podemos reorientar el rumbo de nuestra vida. Para hacerlo necesitamos aprender a decidir, a ser felices y
vivir en paz interior, independientemente de lo que pase fuera.
El primer ejercicio que hace el adulto para liberarse es tratar de cambiar el medio, porque supone que éste le esclaviza. Pero finalmente se
da cuenta de que es un esfuerzo inútil y que está regido por la Ley de Saturación: cuando alguien se satura de pelear y de agredir, siente que ése no es el camino y busca la senda verdadera. Entonces descubre que el problema está dentro de sí mismo y, por tanto, la solución también; y empieza a buscar el reino de Dios, es decir, a liberarse de la esclavitud
mental, a tomar las riendas de su vida y a no depender de nada ni de nadie para vivir en paz y armonía.
Para comenzar a salir de la ignorancia debemos dejar de quejarnos por las cosas que nos ocurren. Los sucesos no son ni buenos ni malos, agradables ni desagradables, sino neutros. En todo suceso existe una oportunidad de aprendizaje y no hay culpables. Los únicos elementos existentes en nuestra mente que nos llevan a cometer errores son la inocencia y la ignorancia, y de ninguna de ellas somos culpables, sino que forman parte de un proceso natural de la evolución. No sirve de nada buscar culpables; en su lugar, busquemos soluciones.

Gerardo Schmedling

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