ACEPTOLOGIA (Gerardo Schmedling) – Capítulo 6-Parte 2ª Pasos para alcanzar la paz interior liberándonos de la ignorancia.
3. Alquimia del pensamiento. Para tener paz interior es útil:
1- Cambiar nuestra forma de pensar. Por ejemplo, los pensamientos que no dan paz son incorrectos aunque estén bien construidos lógicamente.
2- Desmaterializar el pensamiento: la realidad no está aquí.
Identificarnos con lo que realmente somos: el alma inmaterial, nos traerá paz.
3- Despolarizar el pensamiento: lo que sucede no es “bueno” ni “malo”, sino “neutro” y sucede para el crecimiento de nuestra alma.
4- Situarse como testigo de los propios pensamientos.
Aprender a ser testigos de nuestra mente y nuestro cuerpo emocional nos evita hacernos sujetos de lo que pensamos y sentimos evitando el “secuestro” que a veces se produce por parte de los cuerpos emocionales y mentales que nos quitan la paz. Tenemos que aprender a usar la mente y las emociones cuando sea conveniente pero no ser usados por ello. Al colocarnos como testigos podemos ver con claridad que no somos nuestro cuerpo ni nuestra mente sino mas bien el testigo de ambos y ese cambio de identificación nos traerá más paz interior.
4. Asumir el propio cambio interior desde la responsabilidad, acabando con el victimismo. La solución no está en el otro, dado que yo genero lo que me ocurre. Para vivir en un mundo en el que ya no existan la ignorancia ni el sufrimiento, en el que todos respetemos los derechos de los demás, compartiendo solamente la paz, la armonía y la felicidad, es necesario haber asumido voluntariamente el cambio interior. Una vez conseguido, ya no se requiere ningún tipo de presión o control externo para mantener un comportamiento de Amor y respeto hacia todas las demás personas y las estructuras socioeconómicas vigentes. Algo que nos puede facilitar el conseguir una actitud de respeto hacia los demás es pensar que cada alma está en su momento evolutivo concreto y que su comportamiento se deriva de ello.
Nosotros hemos de centrarnos únicamente en nuestro cambio personal. Alguien que asume su cambio interior logra la convivencia pacífica con su entorno, por lo que ya no necesita policías ni sanciones de ninguna naturaleza; porque él mismo, libremente, ha decidido ser el dueño de sus acciones y comportamientos.
Quien asume su propio cambio interior ya no necesita controles ni preocupaciones externas.
El cambio interior es algo que necesitamos asumir de forma individual como nuestro desarrollo espiritual. Nadie puede entrenarse por otro, como no puede comer, estudiar o vivir por otro. Por lo tanto, pedir a Dios/Absoluto que provoque nuestro desarrollo espiritual es uno de los vicios de la Humanidad y se debe a que no asumimos nuestra propia vida. Podemos pedir información, pero el trabajo del desarrollo espiritual debemos hacerlo nosotros.
5. Entrenamiento para la trascendencia. Una vez que la persona ha verificado la información del amor puede comenzar el entrenamiento que la llevará a la trascendencia definitiva de las limitaciones mentales aprendidas. Podrá así romper las cadenas de la ignorancia que la ataban al sufrimiento y a los mundos de mortificación y prueba como, por ejemplo, el planeta Tierra, que son los gimnasios para el espíritu.
La mortificación es un ejercicio para desarrollar potencialidades que ya habitan en nuestro interior, pues todo aquello que nos resulta mortificante es una oportunidad para aprender a ser “inmortificables”. Del mismo modo, todo lo que nos ofende es una oportunidad para aprender a no ofendernos; también lo que es agresivo es útil para aprender a ser invulnerables, y así sucesivamente. Todas las situaciones con cierto nivel de dificultad constituyen una oportunidad para desarrollarnos, por eso se
llaman mundos de mortificación y prueba.
Mortificación porque son entrenamientos, y prueba porque son mediciones acerca de cómo aprovechamos las distintas situaciones. Por ejemplo, para lograr que experiencias que antes nos resultaban muy molestas ahora lo sean menos, o directamente ya no nos molesten.
El resultado de asumir el propio desarrollo de la consciencia es vivir en un mundo de armonía y satisfacción.
El entrenamiento para la trascendencia consiste en renunciar a sufrir, molestarse o perder la paz interior ante ninguna de las circunstancias que llamamos “difíciles”.
El entrenamiento es un trabajo constante. Las siguientes frases de sabiduría nos permitirán reprogramar la mente si las repetimos cientos de veces, sobre todo ante las situaciones difíciles:
1- «Mi paz interior es invulnerable, no importa lo que los demás hagan o digan, o lo que suceda».
2- «Mi felicidad depende de mí; si no soy capaz de ser feliz por mí mismo, nada ni nadie podrá hacerme feliz».
Para ser invulnerables debemos renunciar a la ley del “ojo por ojo y diente por diente” y hacer exactamente lo inverso. Cuantas más personas o situaciones negativas o difíciles encontremos a nuestro paso, con mayor fuerza tenemos que usar nuestros valores internos. Si nos encontramos con personas amargadas, comuniquémonos con ellas con una gran sonrisa; cuando nos hablen de crisis, transmitamos la felicidad que se puede encontrar en cualquier circunstancia y mostremos una sonrisa y alegría; si alguien nos agrede, debemos responderle con total humildad y paz en nuestro interior. Ése es el entrenamiento diario.
La ignorancia nos ata; la sabiduría nos libera del sufrimiento.
Un ignorante miente porque trata de evadir responsabilidades, sin asumir en la vida lo que le corresponde, o bien porque trata de imponer sus criterios sin respetar los derechos de los demás.
Una persona con sabiduría no trata, por el contrario, de evitar sus deberes, sino que los asume. No dice: «Yo no fui», sino que reconoce su posible error y se dispone a aprender de él. Y cuando proporciona información la adapta a la mente de la persona a la que va dirigida.
Para todos nosotros existe un futuro maravilloso, absolutamente extraordinario. Ese futuro puede ser aquí y ahora, o dentro de cinco millones de años, dependiendo de lo que decidamos hacer. Si actuamos desde este momento, nuestra vida sufrirá un cambio; pero si no comprendemos lo que tenemos que hacer, o decidimos no hacerlo porque nos parece muy difícil o porque va en contra de nuestras creencias, el Universo seguirá esperándonos. Él tiene una serie de niveles a través de los cuales se asciende, y no es posible pasar de nivel sin haber comprendido el 100% de lo que se puede aprender en él. El Universo no tiene prisa porque maneja el tiempo cero, la eternidad; por lo tanto,
podemos demorarnos cuanto queramos.
Romper las cadenas de la ignorancia es aprender a dejar de molestarse por la conducta de los demás o por las cosas que ocurren a nuestro alrededor.
Si solamente nos interesa mejorar lo externo es que todavía no estamos listos para asumir la vida. Cuando empezamos a intentar mejorar nuestra condición interior, y pensamos acerca de cómo tener más paz y flexibilidad mental y mejorar nuestras relaciones y nuestra salud, ya estamos listos para asumir nuestra vida.
Por otro lado, y como ya se ha dicho, si deseamos obtener resultados verdaderamente satisfactorios en la vida necesitamos renunciar a trabajar sobre los demás y dedicarnos a hacerlo sobre nosotros mismos.
Con respecto a los demás, actuemos siempre desde el discernimiento y no desde el juicio. “La comprensión evalúa; el ego critica”. El discernimiento no lleva carga emocional y el juicio sí la lleva.
Si juzgamos no podemos servir al otro, dado que ese juicio puede conllevar, por ejemplo, aversión, y nadie puede permanecer “neutro” y serle de servicio ante alguien por quien siente aversión. Al no juzgar facilitamos nuestro desarrollo espiritual.
Para evitar el estancamiento en el desarrollo espiritual, consideremos que toda situación o condición, por buena que sea, es susceptible de mejorar. Esto irá aumentando nuestra comprensión y, por lo tanto, nuestra felicidad.
6.4 En busca de referentes Vamos a definir lo que entendemos por experto, Maestro, mago y artista, partiendo de la base de que todos han buscado su perfeccionamiento.
Un experto es alguien que hace algo mejor que cualquier otra persona en ese campo. No implica que se haya formado para ello. Se puede ser experto en cocina, agricultura, en arreglar motores o en cualquier otra actividad.
Un Maestro es alguien que ha cometido muchos errores y ha aprendido de ellos. Ha aprovechado las oportunidades que le ha presentado la vida para aprender y ha desarrollado la habilidad de no cometer errores. Por lo tanto, sabe más.
Un mago es alguien capaz de hacer milagros, de llevar a cabo lo que los demás no pueden hacer con facilidad. Es, en definitiva, algo parecido a un experto.
Un artista es alguien que disfruta haciendo lo que hace, y que además lo hace mejor que el común de la gente.
Resumiendo, el título de Maestro se otorga a alguien que posee básicamente tres condiciones:
1- Mayor cantidad de conocimientos, información, entrenamiento, experiencias, habilidad para hacer cosas y manejo de la vida y sus circunstancias.
2- Mejor calidad de relaciones, servicio, condiciones físicas y entrenamiento, de actitud ante la vida, adaptación al mundo o a cualquier lugar donde le corresponda ir. Tiene una mayor satisfacción de vida y calidad de resultados que los demás.
3- Superior capacidad de comprensión de todo lo que sucede.
Puede ver amor donde los demás no lo ven. No es una persona agresiva, sino que expresa amor; tiene una mayor capacidad de respeto hacia todo cuanto existe y sucede; asume su propia vida sin culpar, ni juzgar a nadie; es capaz de ser feliz por sí mismo; no requiere ningún tipo de control externo, porque acepta todo lo que sucede y no trata de cambiar nada; está dotado de una capacidad de acción superior; y valorará ampliamente todo lo que tiene y lo que existe.
Para llegar a adquirir las condiciones de un Maestro necesitamos hacer. La vida no responde a la inercia, sino a la acción, tanto si es sabia como equivocada, con los resultados correspondientes en cada caso.
Para mejorar necesitamos buscar ejemplo en otros y concluir: «Si esa persona fue capaz de lograrlo, yo también». De esa forma podremos mejorar sin enfrentamientos, simplemente comparándonos con quien sabe más para darnos cuenta de que posee algo superior, y pensar: «Qué maravilla, yo también puedo alcanzar esas cualidades». Si le preguntamos, es seguro que esa persona nos dará información.
Pero debemos tener en cuenta que se trata de buscar puntos de referencia, no metas, pues una meta puede conducirnos a la frustración si no la logramos, mientras que un punto de referencia nos permite saber lo que podemos alcanzar en algún momento, sin importar cuándo.
En el destino lo único que no está programado es el tiempo. Si para aprender a sumar necesitamos millones de años, nos los concederán, pero si podemos aprender en ocho días, ése es entonces el tiempo necesario. En el Universo no importa el tiempo, sino la calidad, alcanzar el 100% de comprensión; mientras no lo alcancemos no podremos dar el siguiente paso.
Gerardo Schmedling
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